MARCO TEÓRICO
Los seres humanos creamos cultura. Nuestras formas de pensar, de sentir y de
actuar, la lengua que hablamos, nuestras creencias, la comida y el arte, son
algunas expresiones de nuestra cultura.
Este
conjunto de saberes y experiencias se transmite de generación en
generación por diferentes medios. Los niños aprenden de los adultos y los
adultos de los ancianos. Aprenden de lo que oyen y de lo que leen; aprenden
también de lo que ven y experimentan por sí mismos en la convivencia cotidiana.
Así se heredan las tradiciones.
Mediante
la transmisión de sus costumbres y tradiciones, un grupo social
intenta asegurar que las generaciones jóvenes discontinuidad a
los conocimientos, valores e intereses que los distinguen como grupo y los hace
diferentes a otros.
Conservar las tradiciones de una comunidad o de un país significa
practicar las costumbres, hábitos, formas de ser y modos de comportamiento de
las personas.
La fuerza de las costumbres y tradiciones no radica en la frecuencia con
que la gente las practique, sino en que la gente comparta auténticamente las
ideas y creencias que originaron la costumbre y la tradición.
Las costumbres y tradiciones pierden fuerza cuando la gente cambia sus
creencias, su modo de entender el mundo y el sentido de su vida; entonces se
procuran nuevas creencias y prácticas, que formarán con el tiempo otras
costumbres y tradiciones.
Tradición es cada uno de aquellos acuerdos que una comunidad considera
dignos de constituirse como una parte integral de sus usos y costumbres.
Costumbre es un habito o tendencia adquirido
por la práctica frecuente de un acto.
En el universo cultural que conforman los 570 municipios de la entidad,
Juchitán es un sol con sus propios planetas. Juchitán es el fuego perenne que
alumbra la justicia y la identidad, no sólo de la etnia zapoteca, sino de todas
las culturas indígenas de la nación. Juchitán es intensidad, luz y razón. La
cultura emerge con fuerza telúrica debajo de los huipiles de sus mujeres y se
expande húmeda y sofocante por todos los espacios del cielo a la tierra.
Juchitán cabalga en la historia y va de lo épico a lo glorioso. Sus
hijos siempre han luchado con su sangre por defender su cultura y su libertad.
Pueblo de gente participativa y defensora “de lo propio”. Lugar donde florecen
todas las flores blancas. Donde las mujeres bailan y cantan y la noche escucha
atenta el rozar de sus faldas arrulladas en las finas notas de los sones.
Su nombre original era Xihitlán que significa “lugar de las flores” más
tarde cambio su nombre a Xhavizende que significa “lugar de San Vicente”.
Significa en mexicano lugar de flores blancas, literalmente jardín de floresca,
etimológicamente Xochitl–“flor”; Tlan,“lugar”. Pero su verdadero nombre es
Ixtaxochitlán que quiere decir “lugar de flores blancas”, Ixta-“blanco”,
Xochitl–“flor”, Tlan, “lugar”.
Juchitán es fundada en 1480 por soldados del tlatuani zapoteco Cosijopí
y el Congreso Local lo declara municipio el 15 de marzo de 1825 por el decreto
número 47. La historia de Juchitán se pierde en la oscuridad de los tiempos,
pues solo consta que en 1484 era conocido por los mexicanos con el nombre
Ixta-Cuachititlán, que fue conquistado por Axayacat taltuani de
México-Tenochtitlán, después de Cosijoeza, Tlatuani de Zaachila, quien lo mandó
a poblar como una colonia de Zaachila; se pobló por los zaachileños en
1502.
Lo más vistoso del patrimonio cultural de Juchitán es la vida cotidiana
de su propia gente. El patrimonio intangible es lo más importante. Su mercado,
sus plazas, sus calles, sus fiestas, sus usos y costumbres, le dan a Juchitán
un sabor tan especial. Aquí la gente vive intensamente cada minuto y “la
gozación existencial” esta presente, aun en la hora de la siesta, cuando sólo
los locos andan caminando por las calles
Juchitán es un centro comercial de la región, pero la gente se dedica a
la agricultura, la ganadería y la pesca. En el mes de mayo celebran al Santo
Patrón San Vicente Ferrer y comprende una serie de velas, la semana principal
de estas actividades se inicia el segundo sábado del mes de mayo con la vela
Biadxi, vela del Calvario, vela Angélica Pipí, vela San Isidro, vela San
Vicente Chico, vela San Vicente Grande (Gola), la vela Cheguigo. En total son
26 velas y empiezan en el mes de abril y terminan el 5 de septiembre con la
vela conmemorativa del triunfo del batallón juchiteco en 1866.
Se dice que los oaxaqueños tienen tres predilecciones en la vida:
la comida, la música y la política.
Juchitán fue en 1981 el primer municipio del país en el que el PRI fue
derrotado. Juchitán se ha caracterizado en la historia por ser un pueblo
aguerrido y valiente. Grandes personajes han nacido aquí, como: Gabriel López
Chiñas, El Gral. Heliodoro Charis Castro, Gral. Laureano Pineda Martínez,
Coronel José F. Gómez Bustamante, Gral. Román López Yu, General Efraín R.
Gómez, El Dr. Aurelio Valdivieso Silva, El coronel Francisco León Hernández
“Pancho León”, Lic. Rosendo Pineda, El pintor Francisco Toledo, el poeta
Alejandro Cruz Martínez, el poeta y educador Enedino Jiménez y el escritor
Macario Matus, entre muchos otros.
Sin lugar a dudas el universo de las mujeres subyuga el embrujo de
Juchitán. Con sus inmensas faldas que parecen remolinos de luz y vida, con sus
bellísimos hupiles bordados en un arco iris de colores, con sus voluminosos
cuerpos y su cadencioso movimiento.
El visitante que no es buen observador, cuando viene a Juchitán se queda
con la falsa idea de que existe un matriarcado y que el hombre no trabaja.
Totalmente falso. En Juchitán existe una vigorosa cultura femenina que se ha
desarrollado en virtud de que desde tiempos ancestrales el hombre y la mujer
trabajan. Él en las labores del campo y ella en el comercio. Cuando el turista
sale de su hotel a media mañana, es probable que encuentre al juchiteco
durmiendo en la hamaca, pues salió al campo en la madrugada para evitar el
rigor del sol tropical.
Pocos pueblos indígenas en México han enfrentado la colonización
cultural con tanto éxito como el pueblo juchiteco. En Juchitán se habla el
zapoteco como lengua principal, se vive, se come y se sueña la cultura zapoteca
del Istmo las 24 horas del día. Tierra de grandes artistas, la sensibilidad y
creatividad se desborda hasta en lo cotidiano. Pintores, poetas, escritores,
músicos, compositores, una Pléyada de talentos que mantienen viva la esencia de
la cultura zapoteca.
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